28 julio 2006

- adivinanza -

Si no me equivoco, no importa lo que escriba aquí.

¿Cuál es la mejor forma de cocinar el pollo?


[Hay un premio para quien resuelva la adivinanza].

27 julio 2006

- blanco y azul -

Llego del sur. No quiero aburrirles con detalladas explicaciones de mis 1800 kilómetros de viaje bajo el sol peninsular; les daré, por tanto, sólo dos pinceladas.



La cena fue inesperadamente grata, con mi venerada hermana, un matrimonio y el hermano de ella, y cuatro años de pequeña A entusiasmada con la atención, enseñándonos sus acuarelas y correteando, una lagartija rubia y bilingüe. En la terraza del piso malagueño brindamos casi cuatro horas con Campari, vino portugués y anís, acompañados de dos deliciosas recetas estivales.

Ocho años más que yo, una hija de cuatro años, la felicidad en el rostro, Wittgenstein sobre la mesilla. No guapa, pero indudablemente atrayente, cautivadora. Una mujer con la que pasar dos vidas.

¿Qué puente furtivo se tendió entre sus ojos glaucos y los míos? Había algo, lo percibí, pero me aterroriza pensarlo... Es dolorosamente seductor. Un pensamiento nocivo. Atroz. Irresistible.

Supe que al día siguiente tuvo resaca, y sentí ternura por ella. No he vuelto a verla, no volveré a verla. No nos dejes caer en la tentación, sentido común, y líbranos de hacer sandeces.



Trescientos kilómetros después, el sol caníbal se derrama y deslumbra en las paredes encaladas de Agua Amarga. A la sombra de los cañizos, puertas y ventanas de un azul egeo, mesas dispersas, algunos extranjeros. Más allá, barcas de pescadores.

Las italianas de la tienda se quejan del complejo turístico que se construirá en breve, mayor que el propio pueblo. Desde un bungalow llegan voces en francés. Maniobrando sobre una lancha, una andaluza de bikini verde ultima los preparativos e impreca a su torpe novio para que suba. Una chica desesperada habla por el teléfono móvil, objetando repetidamente a celos ajenos que ella se acuesta con quien quiere.

Y esto es absolutamente todo lo que ocurre. Son las once de la mañana, Agua Amarga está casi inmóvil, la actividad apenas comienza.

Es verano. El mundo es azul y blanco. Soy feliz.



[]

22 julio 2006

- las marcas del peligro -

Me gustan tus marcas del bikini, porque cuando las contemplo estoy viendo lo oculto, lo que deliberadamente escondes de los ojos extraños.

Destacan sobre tu piel de oro.

Me gustan porque señalan las zonas prohibidas. Son las marcas del peligro: Cuando las veo debo extremar las precauciones.

No quiero tu cuerpo bronceado hasta su último milímetro cuadrado de piel. ¡Qué desilusión desnudarte!



[Foto: National Geographic]

21 julio 2006

- ¿cómo son tus ojos? -

Soy torpe y no sabré transmitírtelo bien. Lo intentaré porque me lo pides, pero sé indulgente conmigo.

Un avellano. Una veta en la madera pulida de un arce. El anillo de un planeta. Los ladrillos de las fábricas viejas del centro de Londres. El resplandor mágico de los colores rojizos en el aire ionizado antes de una tormenta.

Tus ojos encierran universos. A veces se quedan perdidos, como adivinando las almas, o escrutando los rumbos de las perseidas, o leyendo en las nubes los epigramas de los muertos. A veces permanecen fijos contra el suelo, tristes, penetrando la tierra y descifrando los jeroglíficos del infierno. Y a veces los entornas ante el calor solar, e irradian glaucos, infinitos, resplandecientes, y es como contemplar el mar de los Sargazos.

A veces cierras los ojos, y se hace el silencio.

Pero no me escuches, te lo ruego; no serías tan indeciblemente hermosa si supieses que tus ojos de ciega destellan con todos los colores de este mundo.



[]

18 julio 2006

- magnificat -

Ella gime:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.

Él jadea:

Cállate.




[]

17 julio 2006

- cena -


Tras ser presentados, no hemos cruzado ni una palabra durante toda la noche. Nos hemos observado largamente, con curiosidad, de esquina a esquina de la mesa, separados por amigos de su novio y botellas de vino italiano.

Al despedirse con dos besos, ha acercado mucho su boca a mi oreja, y con aliento etílico ha susurrado:

"Esta noche voy a soñar que yo estoy embarazada y tú me follas".


[Foto: http://unassistedchildbirth.com/]

16 julio 2006

- por qué no se abren los ataúdes -

He aquí una cosa que no hacer un sábado por la noche: Quedarse en casa a rebuscar en las viejas cajas de correspondencia amorosa, escuchando a, digamos, Emiliana Torrini.

¿Saben? Lo más aterrador no son las cartas, ni las poesías o los cuentos que le escribieron a uno.

Lo que punza el alma hasta el dolor no es encontrar boca abajo unos pedazos de papel cortados irregularmente, a mano, y fruncir el ceño y tragar saliva, y preguntarse si darles la vuelta para

- descubrir -

- anotaciones olvidadas -
- declaraciones apresuradas de un amor tan vehemente que no podía esperar -
- poemas adolescentes hilados en el metro -
- apodos que, aun no olvidados, hace doce años que ningunos labios pronuncian -
No. Lo que de verdad paraliza el pulso, detiene el aliento y hasta el parpadeo son los pequeños objetos insignificantes que se alojaron en la caja, casi accidentalmente:

La goma que sujetaba un grueso fajo de cartas de Dijon a Angers, podrida, rígida, partida en dos: un fragmento seco adherido a la primera carta, el otro incrustado en la última.

Una pulsera de plata con un nombre en un lado y una fecha en el otro.

Carbonilla desprendida de los bordes quemados de las primeras cartas.

El folleto de instrucciones de la primera caja de preservativos, comprada con bochorno a una farmacéutica escandalizada.

O una lista manuscrita, que por demasiado íntima excusarán que detalle.

Ahora comprendo por qué no se abren los ataúdes. Buenas noches.



[]

- cajas, cuevas -



Muchos dirán que su fascinación por las cajas era un anhelo freudiano de retorno al útero.

No es cierto: Antes de ser concebido ya soñaba con cuevas.





[Foto: National Geographic]

14 julio 2006

- alabaré -

Es una belleza de ojos limpios en torno al cuarto de siglo.

Me canta la Verdad sobre Nuestro Señor Jesucristo a la sombra del Oso y el Madroño, con esa vocecita sincera y ese corazón puro.

Pienso: ¿será virgen?; y sigo caminando.

[Foto: www.alfayomega.es]



No puedo resistirlo; cito textualmente:

"¿Mediante qué virtud la persona es capaz de realizar el bien de la sexualidad? [...]
Es necesario poseer una técnica manual de ejecución."

Carlo Cafarra
Arzobispo de Ferrara
http://www.alfayomega.es/estatico/anteriores/alfayomega360/enportada/ep_reportaje2.html


13 julio 2006

- espirales -

La habitación es una estancia mínima, de aire seco y abrasador, con la ventana abierta sobre las dos mil doce luces de un Madrid que cerca inquieto su sueño de miércoles. Pienso en los dos mil doce insomnes sofocados, pateando las sábanas a los pies de la cama, espiando con ansiedad los dígitos verdes del despertador, y esos dos puntitos que burlones guiñan y reguiñan, marcando el ritmo garboso al que llegará la mañana.

Tras tanto reencontrada, la mujer que a mi lado contempla desnuda y silenciosa el paisaje urbano me escucha divagar, sin recelar que sólo hablo y hablo para que continúe mirando lejos, distraída, inmóvil, y pueda yo perderme cautivo en su perfil penumbroso.

Me fallan al fin las palabras, aunque siga mi mano trazando espirales en su espalda. Se gira hacia mí, buscando la razón de mi silencio.

- ¿De qué te ríes? - pregunta.
- No me río. Sonrío - repongo.
- ¿Y por qué sonríes?
- Porque estoy a gusto.

Piensa unos segundos.

- Antes sonreías mucho menos.


[Cuadro: Madrid de noche, José Javier Cabello]

12 julio 2006

- no duelos, no quebrantos -

Otra noche se ha deslizado gratamente hasta un final plácido, apenas pasadas las dos, vagamente etilizado, reconfortado por la presencia del siempre grande A.

En el Teatro Real, sorprendido por la zarzuela, un género que me es un tanto ajeno. Gracias a A, me reconcilio con él. A es una persona que te reconcilia con el mundo. Paseando por los pasillos del Real, riéndonos absurdamente del restaurante de aspecto putero, de las alfombras, de los pelos engominados, de los precios abusivos.

En Casa Marta, hartos hasta reventar de duelos, quebrantos y otros peces; queso, membrillo; y Cune, tanto Cune, demasiado Cune.

Y finalmente el Bogui Jazz, un lugar al que ir a diario. Un trombón magistral, el aire vibrando, la concurrencia entusiasmada. Se trataba de una blues jam session, arrancada por una cantante extraordinaria cuyo nombre no retuvimos, de voz arrulladora, ojos brunos y pechos sesgos y encrespados.

Ante nosotros, dos lesbianas última moda, con sombrero garçon, microcoletas, serpenteando en sus sillas al ritmo del bajo eléctrico, preciosas de puro naïves. No podían sumar más de cuarenta años entre las dos.

Al filo de la medianoche, la llamada de Y, encantadora como todas las veces, divertidamente censora de nuestros comentarios que se pretenden ingeniosos pero son sólo patochadas. Y redescubro y reconfirmo las ganas de verla; ¡tanto tiempo!; impensable.

Y miro a mi alrededor...

Y miro a mi alrededor, y estoy relajado, en la mejor compañía, y el mundo es perfecto. El gran A, el teatro, buena cena, el Bogui, el cariño de Y, blues jam session, la noche, el verano, libros por leer...

¿Se puede pedir más? Siento gratitud, gratitud. ¿Cuántas vidas habrá que vivir para pagar las deudas de felicidad?



[Foto: Logo de Bogui Jazz, c/ Barquillo 29]

10 julio 2006

- mai mai -

Por razones complicadas de explicar, me vi esta mañana compuesto y sin coche, y con la necesidad de volver a Madrid desde la sierra baja, concretamente el pantano de San Juan. El autobús de línea tardaba y tardaba, de modo que me decidí, quizá más por curiosidad que por sentido práctico, a levantar el dedo y ver qué ocurría.

Pararon. Paró, de hecho, un autobús urbano desvencijado, inverosímil, conducido por un tipo de pelos largos y poblado por cinco indígenas más, que se encontraban en trance de atravesar la península de oeste a este por razones que ignoro. No fui capaz de retener sus nombres, sí sus procedencias: República Checa, Australia, Argentina y Holanda.

Una sensación extraña, ir sentado en un autobús con media docena de viajeros disparatados, la mitad de ellos dormidos, adormilados o algo peor; al poco, la argentina se sentó a mi lado y entabló conversación.

Tenía el pelo largo, nigérrimo, enredadísimo y probablemente sucísimo. Los ojos eran igualmente brunos, y me miraban con aire vagamente demencial. El acento, resbaladizo, de hechicera y de mentirosa. Me sentí cómodo al instante.

Los demás apenas escuchaban; dedicamos el viaje a fingir ser novios que se declaraban. Me habló con aliento viejo. Me tocó la cara. Me miró con esos ojos prosaicos, me pellizcó los labios. Creo que se divirtió cosa mala a mi costa.

Después de jurarnos amor eterno le pregunté si me sería fiel. "¡Ah, eso nunca!", contestó, y me mordió suavemente los dedos, sin bajar la mirada.

Llegábamos ya a Príncipe Pío. Salté del autobús y me metí en el Metro, pensando que...

... pensando que por una mujer así puede uno recorrer medio planeta preguntando en todos los estancos. O matar a la propia madre para echar su corazón a los perros.

¿No han encontrado nunca a nadie así?



[Foto: Halaman Muka]

05 julio 2006

- guijarros blancos -

La noche de ayer, diligente y regular, se había deslizado ya hasta un epílogo temprano, grata, salpicada de vino, confesiones y alguna fotografía. Ya en los jardines de la casa, educadamente me consultó si no me perturbaría que llamase a su amante. No quise dejar a una señorita sola en los arrabales de la noche isleña, de modo que aguardé por el jardín.

En un parterre, una miríada de piedrecitas de cuarzo blanco centelleaban. Comencé a componer figuras con ellas, escogiéndolas con cuidado por su tamaño y forma. Una hilera. Una persona. Una espiral. Una braquistócrona (¿una braquistócrona?).

Tomé entonces uno de los guijarros, escogí mentalmente unas baldosas del suelo y comencé a jugar a rayuela, torpe por el vino, mientras de fondo me llegaba el ronroneo y las risas ocasionales de la conversación telefónica. Recordé el libro de Cortázar, que para mi vergüenza no he sido capaz de leer porque me hace daño y siempre lo tengo que dejar a las pocas páginas. Intenté evocar alguna canción infantil para el juego, pero todas volaron hace mucho de mi memoria, de modo que jugué en silencio, uno, dos, e, tres, pi, cuatro, cinco.

La noche era cálida. Ella volvió con la sonrisa ilusionada, ese gesto algo lejano y dulzón de la embriaguez de amante, de deseo saciado, de amor que apenas comienza.

Me alegré por ella, sentí envidia.



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04 julio 2006

- hospitalidad -

Mi Fragata Portuguesa inicia viaje, cómo no, junto al mar.

Me encuentro en una isla, alojado por una excelente anfitriona. Temporalmente, eso sí; ya saben lo que se dice del huésped y la pesca.

Los días son serenos, el cielo es en efecto la panza de un burro, la música llena esta casa aérea y apacible, las perspectivas son inmejorables. Auguro viajes, libros y felicidad.

Concluyo: Les ofrezco una fotografía de mi fragata, para su deleite.

Suyo,

Levtos