09 agosto 2006

- ... -

- despedida -

Suspendo el blog en este punto.

Me resulta pretenciosa la idea de que mis ocurrencias merezcan el tiempo de nadie. Tenía curiosidad por experimentar este medio, y ya lo he hecho.

Si algún día tengo algo verdaderamente importante que decir, lo diré. Entre tanto, os agradezco profundamente la atención prestada, y me despido con un fuerte abrazo.

07 agosto 2006

- preguntas -

¿Hasta qué extremo es sano llevar el deseo de agradar?

Cuando se satisface una fantasía sexual largamente deseada, ¿quién disfruta más, el dueño de la fantasía o quien ha contribuido a realizarla?

¿En qué condiciones no son antónimos dolor y placer?

¿Está efectivamente la lógica por encima de la moral, o es esto una falacia tonta?

06 agosto 2006

- inimaginable -

Llegarán las lluvias, y el frío, y el viento.

Se apagarán los colores, y volveremos a salir arrebujados en abrigos grises, encogidos bajo la cellisca, gachas las cabezas y embolsillados los puños. Caerán las hojas; los árboles volverán a ser las manos huesudas que anhelan arañar el cielo.

Las madres pasearán a sus bebés embutidos en lanas en carritos futuristas con capotas plásticas. Las ventanas de los autobuses se empañarán con el aliento húmedo de los viajeros. Los corredores volverán a casa sucios del barro salpicado al trotar.

No habrá más toldos bajados. Ni mosquitos. Ni cigüeñas. El mundo volverá a morirse.

Inimaginable.






[Foto: National Geographic]

05 agosto 2006

- una definición y algunas reflexiones -

wankee
One who is thought about and wanked over by the wanker.

If Steve is thinking about Jane and decides to wank while thinking about her naked body then Jane becomes a wankee. Poor Jane.



No encuentro una palabra equivalente en español, sólo perífrasis. Esto lleva a las siguientes consideraciones:

1. Lenguaje: Puesto que referirse a algo con un largo circunloquio es engorroso, en español no hablamos directamente sobre la figura del wankee, pese a que está plenamente presente en nuestra cultura (y no digamos en nuestros subconscientes).

2. Epistemología: Si es cierto que nada puede ser pensado hasta que tiene un nombre, entonces la figura del wankee es algo sobre lo que simplemente nos cuesta pensar. No en el wankee (en quien por definición pensamos), sino sobre el hecho de que existe algo llamado wankee.

3. Ontología: Más aún, si es cierto que nada existe hasta que tiene un nombre, entonces el wankee no ha tenido entidad hasta que lo hemos nombrado. De algún modo, desde que recibe un nombre, el wankee cobra entidad e incluso derechos. (Incluso podría cobrar derechos de autor).

4. Ejemplos: Ahora podremos mirar a nuestros compañeros de trabajo y preguntarnos: ¿Seré yo tu wankee? Ahora podremos decirle a nuestra pareja: No me importa que tengas otros wankees, pero quiero ser tu wankee favorito. Ahora podremos mirar a nuestro jefe y procurar no pensar en este tema.

5. Traducción: Por último, emplear el término anglosajón es lamentable, de modo que ¿cómo traducirlo? Les suplico sus sugerencias.



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- celebración de la vida -

Siempre he sido buena.
Siempre he sido recta, justa y leal.
Siempre he dado más de lo que he recibido.

Así que en la mañana, cuando me asalte la culpa, pensaré:

Sí, me he dado un capricho. Porque me lo merezco.

03 agosto 2006

- la noche del abanico -

Merodeando imantado con CC, la noche se tiñó de luz y turquesa. Pero si ninguna noche es una noche más, y si lo casual no tiene en realidad nada de azaroso, el precioso abanico de madera que compró en el trayecto tuvo que tener un propósito, un significado.

Algo había cambiado en ella desde la última vez. Me encontré observándola al tiempo que decía cualquier cosa, intentando ganar tiempo para pensar. Algo nuevo en su mirada, una luz, un brillo antes ausente. Algo nuevo en su figura, delgada, sensualmente deseable bajo la blusa cruzada. Algo, definitivamente, en su actitud, su cadencia, el ritmo de su voz, la elección de las palabras.

Se trataba de un acertijo, un rompecabezas. ¿Era la misma CC consciente de la solución, siquiera de la presencia del enigma que me planteaba?

Me rompí el cráneo buscando las pistas, analizándola, sintetizándola, indagándola. La madrugada se cernía sin que lograse descifrarla.

Al fin, bendito subconsciente traidor, di con la clave. Había estado observando las manifestaciones usuales del lenguaje no verbal: el parpadeo, el nerviosismo, el pulso palpitando en el cuello, el temblor en la voz. Pero CC es hábil, y supo ocultar o desviar estas muestras, porque era consciente de ellas. Gobernaba la situación, mostraba exactamente cuanto quería mostrar.

Y no obstante, llevaba toda la noche enviándome señales inconscientes, ocultas aunque cien veces más llamativas... con su abanico de madera. Caí en la cuenta de que el lenguaje de los abanicos bien podría ser la formalización de quinientos años de coqueteos judeocristianos, tan subconsciente, tan grabado en nuestros genes que quien no lo conociera podría verse traicionado.

Casi amaneciendo, me dispuse a investigar la hipótesis. Cambié bruscamente el tono, bajé la voz, me acerqué a su oído y murmuré: "¿A qué distancia podría hablarte sin que te sintieras incómoda?". No se mostró nerviosa, por supuesto... pero cambió el abanico a la mano derecha.

Agitado por mi descubrimiento, me despedí de ella tras observar con secreta satisfacción cómo abría despacio el abanico y se abanicaba deprisa.

"Muy bien", me dije. "Soy un hombre paciente".


[]

02 agosto 2006

- la tienda de máscaras -

Es como entrar en el infierno: La penumbra, el calor asfixiante, los rostros deformados contemplándome desde las paredes. Decenas, centenares, miles de máscaras de colores, rostros deformes, narices ganchudas, muecas horrendas. Y en hilos cayendo del techo, títeres, polichinelas, marionetas para embrujar o aterrorizar.

Permanecer allí es imposible; el sofoco es insoportable, el aire opresivo y estanco. Y no obstante, no puedo dar un paso hacia la puerta. Sólo giro, observando cada rostro una y otra vez, dejándome hipnotizar por la pesadilla, sudoroso, pálido.

Y en la mesita del rincón, apenas visible entre el bosque de marionetas, la pintora de máscaras levanta la vista con indolencia, me ojea, y sin decir palabra vuelve al trabajo. Está decorando un rostro blanco con trazos rojizos e intermitentes.

Deliro: La veo, encaramada sobre su amante como una araña sobre su presa, pincelando despacio su piel, torturando su deseo a fuego lento; pinta en su cuerpo un mosaico anárquico de rostros desencajados, ojos cerrados, manos sin dedos, lunas nuevas. Inmóvil y al borde de la locura, su amante gime débilmente, la mirada incendiada, los músculos endurecidos y en tensión.

Al borde del desvanecimiento, dedico una mirada salvaje a la pintora de máscaras. Me mira divertida, sonríe... y al bajar la vista murmura: "Adeu".


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- la decepción -

La araña teje su red con paciencia y habilidad, una obra de pegajosa artesanía. Se deleita con la perspectiva de apresar a la mariposa, arrancarle lentamente las alas y devorarla sin piedad.

Pero cuando la mariposa apenas roza la tela, la araña contempla flamear sus colores. Y se enternece. Y corta los hilos. Y cae torpe, ridícula, patas arriba en su propia red.

¡Cómo sufre la araña, humillada por el consuelo condescendiente de la mariposa!

La decepción es el perfume de las putas viejas.
La decepción es la boda del primer amor.
La decepción es un ángel muerto.
La decepción.

01 agosto 2006

- la noche de fuego -

¡Antorchas en la playa!

A nuestras espaldas, la música lounge se deslizaba colina abajo. Ante nosotros, el rumor del mar llegaba rítmico. La única luz provenía del fuego de las antorchas clavadas en la arena.

Casiopea era una uve doble: La noche era joven.

Sentados en dos hamacas, F y yo brindamos con daiquiris y hablamos sobre el funcionamiento de la memoria, contemplando el mar enlutado, los soles lejanos y una perseida despistada (un deseo silencioso).

La compañía de F era confortante, no habría deseado otra. Un hombre inteligente y sereno con quien compartir reflexiones. Un amigo - de los mejores.

Aguas oscuras. Fuego. Tranquilidad. Buena música. Excelente conversación. Una vez más - aunque siempre distinta -, felicidad.



[Foto: National Geographic]