28 mayo 2007

- hallazgo -

La sorprendió en el andén, escribiendo con un rotulador indeleble en la pared:

¡En los días que corren, 'inteligente' es superlativo!

Saltó sobre sus talones cuando lo descubrió a su espalda, de negro, las esposas al cinto, leyendo. Se observaron largamente. Al fin, ella musitó:

- Execrable explotador...
- Incívica impertinente - respondió él, inmediatamente.

Se estudiaron con curiosidad.

- ¿Barbado comebellotas?
- Cardada caracandada.

Unos pocos se detuvieron a mirarlos.

- Escombro escrutador.
- Pioja floja coja cerroja.
- ¡Esqueleto esclavo!
- Comelotos - repuso él, imperturbable.

Silencio.

- ¡Jinete de jirafas!
- ¡Submoral!
- ¡Iris incandescente!
- ¡Aura áurea austral!

Ella tomó su mano.

- Hallazgo de argollas.
- Gárgola golosa.

Así, exactamente así, nació su amor.


27 mayo 2007

- arrepentimiento -


En siete años de amantes, una única vez lo traicionó, besando a un desconocido en la pleamar. A su vuelta a la ciudad, acudió a él llorosa y le expresó su arrepentimiento. Él contestó:

Una antigua leyenda copta habla de un joven cristiano que traicionó a su amante, y al acercarse doliente a ella para disculparse recibió la siguiente respuesta:

Una antigua costumbre copta dice que cuando estás verdaderamente arrepentido, tienes que poder escribir el motivo de tu arrepentimiento en una sola palabra para que sea sincero. Escribe tu palabra y te perdonaré.

Durante dos lunas ella meditó el auténtico motivo de su arrepentimiento, y al fin acudió a su amante.

- ¿Has escrito la palabra?

- Sí, he escrito “dolor”, por el daño que te he causado.

Había dicho que por una palabra la perdonaría, y lo hizo. Pero llevó siempre en el corazón el dolor de la traición de su amante.

Tiempo después, ella le preguntó cómo concluía la leyenda. Él dijo:

Durante dos lunas él meditó el auténtico motivo de su arrepentimiento, y al fin acudió a su amante.

- ¿Has escrito la palabra?

- Mi arrepentimiento es tan vasto que no pude contenerlo en una sola palabra.

Había dicho que sin una palabra no lo perdonaría, y no lo hizo. Pero llevó siempre en el corazón el dolor de la pérdida de su amante.



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20 mayo 2007

- underjazz -

Es un secreto a voces: Todos los garitos de jazz del mundo están conectados.

La razón física se encuentra en la resonancia. Cuando en dos garitos suena al tiempo el mismo acorde de jazz, un acorde preciso y único, propio del dixie improvisado, se genera un fenómeno de resonancia que curva el espacio y abre una puerta entre ambos clubes. Esta puerta se encuentra en los sótanos, en los almacenes subterráneos, por ser los puntos de mayor profundidad, y dura exactamente cuatro minutos y doce segundos desde que suena el acorde.

Músicos, dueños y clientes están demasiado ocupados en sus escenarios, gastando y bebiendo para apercibirse. Sólo los mozos de almacén y las camareras conocen la existencia de las puertas.

De Nueva York a Sidney, de Ciudad del Cabo a Santiago de Chile, mozos y camareras cruzan puertas todas las noches, se miran divertidos, no comprenden una palabra del idioma del otro.

El tiempo es demasiado breve para intentar hablar, de modo que han establecido una forma peculiar de comunicación:

De México a Moscú, de Nueva Orleans a Praga, desde hace noventa años, mozos y camareras sin nombre juegan a besarse apasionadamente bajo tierra durante cuatro minutos y doce segundos, mientras los ecos sordos del jazz vibran en los muros.


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17 mayo 2007

- hilos sueltos -

Don César Fil Cabeza de Vaca coleccionaba hilos sueltos de entomólogos.

No se trataba de una manía obsesiva compulsiva, sino más bien de un juego. Durante siete años fue miembro de la Sociedad Española de Entomología Aplicada, pese a no sentir el menor interés por los insectos. Asistió puntualmente a todos los congresos, conoció personalmente a centenares de entomólogos profesionales y aficionados, y recogió sus hilos sueltos.

Minucioso como era, Don César desarrolló un método de obtención de hilos sueltos en cuatro fases: Avistamiento, urdimbre, captura y archivo.

El avistamiento sucedía a menudo casualmente: En una conversación informal, Don César identificaba un hilo suelto asomando del puño de la chaqueta de un entomólogo, o sobresaliendo peligrosamente de su bragueta, o simplemente adherido a un jersey.

Durante la urdimbre, Don César maquinaba cuidadosamente el modo de capturar el hilo suelto sin que su dueño se apercibiera. Tramaba estrategias sofisticadas y fantasiosas, que iban mucho más allá del mero apresamiento por despiste o, inimaginable, por petición directa.

La fase de captura era la más emocionante. La concentración de Don César era tal que sus manos se volvían instrumentos de precisión entomológica para la caza del hilo suelto codiciado, y la descarga de adrenalina era tan intensa que los perros en un radio de quince metros comenzaban a aullar.

Por último, Don César completaba el archivado en la intimidad, etiquetando cada hilo con nombre, fecha, lugar y método de captura, para luego encerrarlo en una minúscula cajita de cristal que jamás volvía a abrir. Todas las cajitas se conservaban en una gran caja de madera con el rótulo "Hilos sueltos de entomólogos".

Sería un error pensar que Don César Fil Cabeza de Vaca era el habitual coleccionista oscuro y retraído. Muy al contrario, era un hombretón orondo y bonachón, que a sus recién cumplidos veinticuatro años contrajo matrimonio con una bioquímica delgadita, macilenta y de aspecto jirafesco, que jamás conoció la afición secreta de su marido.

De tan provechosa unión nació un único vástago, que darían en llamar Don César Fil Tachocol, conocido como Don César Hijo, que dedicó cuarenta años de su vida al estudio del protocolo y la etiqueta, muy posiblemente en busca de un orden en el Universo que compensase el desorden de su por demás atribulada alma, lo que le valió el puesto de Jefe de Protocolo de la Casa de Alba a la temprana edad de sesenta años.

A la muerte de Don César, Don César Hijo heredó las posesiones de su padre. Quedó inmediatamente fascinado por la minuciosidad y la belleza de la colección secreta de hilos sueltos.

Huelga decir que, contagiado de la inspiración de su padre, pero no así de su buen gusto, Don César Hijo comenzó inmediatamente su propia colección: "Trapos sucios de la nobleza", que en sentido literal se compuso de pequeñas rapiñas de ropa interior aderezada de los frenazos e incontinencias de las más ilustres partes pudendas de nuestros días.


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15 mayo 2007

- pupicidio -

Pese a ser un fenómeno que afectó al menos a doscientos millones de hogares en todo el mundo, no se publicó en la prensa.

Los psicólogos infantiles sugirieron que se trataba de una moda, aunque no se pudo evidenciar ninguna comunicación previa entre los niños afectados. Los hermanos pequeños acusaron a los hermanos mayores. Los padres de hijos únicos lo atribuyeron a las rarezas de la infancia.

No se discutió en los foros, no salió en televisión, ningún adulto prestó la menor atención a este fenómeno masivo. Hubo réplicas dispersas en los siguientes días, producidas por los mismos niños, que contribuyeron a confirmar la tesis de una moda transitoria, para satisfacción de psicólogos y padres.

Los niños hablaban en los patios. El tema ardía en los pasillos de los colegios. Sus teorías, disparatadas como eran, se aproximaron a la realidad mucho más que la indolencia de los adultos.

Una sociedad secreta de cerrajeros perturbados. Papá Noel perdiendo los papeles. Una acción espontánea.

Sí hubo, no obstante, un consenso tácito entre los niños sobre el significado del fenómeno: Durante mucho tiempo habían descuidado a sus muñecos.

El 12 de abril de 2006, simultáneamente y sin previo aviso, en los dormitorios de millones de niños los muñecos amanecieron ahorcados.



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