20 mayo 2007

- underjazz -

Es un secreto a voces: Todos los garitos de jazz del mundo están conectados.

La razón física se encuentra en la resonancia. Cuando en dos garitos suena al tiempo el mismo acorde de jazz, un acorde preciso y único, propio del dixie improvisado, se genera un fenómeno de resonancia que curva el espacio y abre una puerta entre ambos clubes. Esta puerta se encuentra en los sótanos, en los almacenes subterráneos, por ser los puntos de mayor profundidad, y dura exactamente cuatro minutos y doce segundos desde que suena el acorde.

Músicos, dueños y clientes están demasiado ocupados en sus escenarios, gastando y bebiendo para apercibirse. Sólo los mozos de almacén y las camareras conocen la existencia de las puertas.

De Nueva York a Sidney, de Ciudad del Cabo a Santiago de Chile, mozos y camareras cruzan puertas todas las noches, se miran divertidos, no comprenden una palabra del idioma del otro.

El tiempo es demasiado breve para intentar hablar, de modo que han establecido una forma peculiar de comunicación:

De México a Moscú, de Nueva Orleans a Praga, desde hace noventa años, mozos y camareras sin nombre juegan a besarse apasionadamente bajo tierra durante cuatro minutos y doce segundos, mientras los ecos sordos del jazz vibran en los muros.


.